Luz apacible de mi edad madura.
Querida y siempre cambiante bahía.
Descanso mi apagada rebeldía
en tus curvas de líquida dulzura.
Reflejo en que la montaña perdura.
Resguardas de soledad mi alegría,
esta luna nueva en la palma vacía
que el firmamento acoge en tu envoltura.
Cielo invertido. Nubes remando.
La ciudad te estrena en cada marea.
Madre adoptiva, tu sueño apurando
uno tras otro zarpar sin pena.
Y despertar en el memento cuando
seamos todos arena en tu arena.
Miguel Sacristán Montesinos.
Santander, Enero de 2013.