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domingo, 23 de octubre de 2011

Chema Madoz

Chema Madoz (Madrid 1958) es un fotografo español de gran popularidad y reconocimiento, Premio Nacional de fotografía en 2000.

Su obra fundamentalmente en blanco y negro, está a medio camino entre el surrealismo y la poesía visual y conecta con Joan Brossa y otros autores no sólo del mundo de la fotografía, sino también de la pintura, la poesía, la escultura o la instalación, pero sobretodo es una fotografía de objetos, de ideas y de juegos visuales que apelan a la imaginación, a la reflexión y muchas veces a la ironía y el humor.

La simplicidad de sus imagenes las hacen próximas a muchos públicos diferentes, lo que permite que "lleguen" con facilidad, sin restar un ápice del valor artístico de su imagenes ya que no hay nada más dificil que alcanzar esta simplicidad sintética y simbólica.

Ya desde que en 1996 recortamos una foto suya con anzuelos en el tallo de una rosa para pegarla en el collage en el que convertimos nuestra orla de COU, y tras los posteriores hallazgos de sus fotos en portadas de libros de poesía, en galerías de arte o en el Reina Sofía, Chema Madoz es uno de mis artistas favoritos.

Espero que disfrutéis de sus imagenes delicadas, perplejas, engañosas, lúdicas y siempre maravillosas.























El Violín Negro de Maxence Fermine



El violín negro es otra lectura breve recomendable para agendas ocupadas y horarios ajetreados que apenas dejen unas horas para disfrutar de un buen libro.

Maxence Fermine es un escritor francés relativamente joven (nació en el 68), que se dio a conocer con Nieve en en 1999 (traducido al español en 2001).

Sus libros poseen un estilo delicado y minimalista y se ambientan en escenarios históricos de epocas o lugares remotos que colaboran a una atmosfera mágica e irreal.

En Nieve, la prosa breve y lírica estaba totalmente conectada con la poética sútil del haiku japonés, acercándonos a su ambientación y oriental y convertiendola en una auténtica novela zen.

Si bien creo que por esta razón Nieve me gustó más, el Violín Negro es también totalmente recomendable.

En este caso la acción transcurre en torno a la música entre francia e Italia, en concreto Venecia, a finales del siglo XVIII. Los protagonistas son un violinista y compositor (Johannes Karelsky), niño prodigio venido a menos persiguiendo su gran opera como la composición de una vida, y un misterioso luthier (Erasmus), heredero de los secretos de Stradivarius. Una noche Erasmus no puede evitar revelarle la historia que hay detrás del misterioso violín negro, una historia de amor trágica y fascinante.

La historia es sin duda evocadora y recrea sensaciones musicales y artísticas con belleza en la atmosfera mágica de la noche Veneciana, alertando del peligro que se esconde tras la inalcanzable busqueda de lo sublime en el Arte, tan inalcanzable a veces como la perfección de un amor idealizado.

La crítica quizás sea la inverosimilitud de unos personajes alejados de la realidad como consecuencia del formato de cuento escogido, y la falta de profundidad de un relato que se queda algo corto, aunque en realidad resulta más interesante por lo que calla, y nos deja adivinar, que por las líneas escritas en el texto.

Puente arcoiris




miércoles, 12 de octubre de 2011

Después de meses de amaneceres unidos


Para Marta

















Después de meses de amaneceres unidos,
del retorno al cálido abrazo del cansancio compartido,
voy aprendiendo a apreciar
que la alegría, como todo lo valioso,
es pasajera.

Que somos inevitablemente humanos.
Que la paz no dura. Que la guerra
no se ensaya.
Que el amor escapa a los renglones
de un horario estructurado.

Tu voz me llega desde la infancia.
Flor de alas que crece
entre el lento movimiento
de las piedras.
Y es pura alegría. (Una dulce tarde de invierno que recibe al perdón)
Alegría pura y momentánea.
Está hecha de cambio, de carreras por el viento
atrapando sueños.
Y querer detenerte es como mirar las vidrieras
por el lado equivocado. Intentar escapar
de los agujeros negros de la memoria.
O contener el agua entre las manos.

Escucho tu declaración de ausencia.
Y adivino en tus labios el silencio futuro
cuando torpes nos busquemos
entre tiernas disculpas
tentando la piel sobre la que un día
escribimos nuestros nombres.

Las palabras se repiten.
Cada frase es un beso del tiempo.
Las rutinas cotidianas compartidas
establecen los límites.
Lo llenan todo hasta secar el espejo.

Después de los primeros y apasionados besos
tratando de coser la piel al movimiento,
tras horizontes de trazo tembloroso,
el discurso parece cobrar sentido.
Aunque pierda brillantez.
Viajamos juntos. Respiramos esta felicidad
que sustituye al aire.
Construyendo como muchos otros antes,
un futuro, un pasado. Un Presente.

Hoy, quisiera mandarte una postal
desde fuera.
Llamarte por teléfono a través del tiempo.
Besar tu recuerdo.

Y decirte que todo irá bien.

Porque así lo estamos queriendo.

domingo, 9 de octubre de 2011

RUBICON


El ritmo parece repetirse, plegarse, fundirse sobre sí mismo como si la música fuera chocolate caliente. Mientras, mi  cabeza descansa recostada sobre la madera.
Los hielos se funden lentamente.  Los sonidos se solapan hasta atenuar la melodía. Tu reflejo resbala despacio por el vidrio mojado hasta sumergirse en el alcohol. Espero. Hace rato fuiste al baño. Laura, fue hace un año cuando reías. Decías que el arte eran unas vacaciones que algunos no pueden permitirse. Aún espero. Siempre bebo dos copas por cada media tuya. ¿Por qué tu imagen inunda mis sueños, Elena? Tu voz se retrasa en los recovecos del eco. Los vasos se agigantan. Mis párpados han borrado tu cara como un limpiaparabrisas. Un último pestañear de ojos, y ya no eres más tú. Sólo tú, Marta, mientras apuro tu sonrisa con el fondo de esta copa. Y la seguridad de que volveré a salir solo por esa puerta al final de la noche, tal y como entré por ella.

sábado, 8 de octubre de 2011

Anish Kapoor

Con toda humildad quiero empezar a traer al blog obras de arte, o artístas que admiro, y presentarlos de forma más o menos cercana.
El primero es Anish Kapoor, escultor y artísta polifacético de origen indio (Bombay, 1954) afincado en Londres y con gran repercusión internacional desde los 80.
Ya desde una primera visita a Chicago al descubrir "Cloudgate", o "the bean" (la judia) como se le conoce popularmente, quede muy impresionado por este artista. La exposición en el Guggenheim Bilbao en 2010 terminó de descubrirlo para mí como un nuevo exponente del arte contemporáneo, que además le redime de muchos otros que a veces nos han alejado (al menos a mi y a otros amantes del arte) del arte más actual.

Cloudgate, en Chicago

La obra de Anish Kapoor es sencilla, intuitiva, y puede disfrutarse en distintos niveles, cautivando a tipos muy diferentes de público. Su obra escultórica es muy variada, pero es fundamentalmente geométrica, abstracta y plagada de formas curvas. Con el uso de materiales de distintas cualidades, pero de forma especial los espejos, el pigmento, la cera y la tela de pvc. Sus obras son a menudo dificiles de describir y mucho más faciles de disfrutar mediante la observación directa.

En los inicios integra en esculturas de menor formato el color y las tradiciones heredadas de la cultura oriental, y después indaga en el concepto de vacío y su materialidad. Con el uso de la cera crea formas que se autogeneran en tiempo real frente al espectador. Ahora anda en busqueda del no-objeto y ha encontrado en el trabajo con espejos un campo de experimentación increible. Ha trabajado en formatos cada vez mayores en entornos urbanos, interviniendo en proyectos arquitectónicos, en los límites de los artístico y lo arquitectónico. Lo que hace mucho más interesante y enriquecedor el diálogo.

Algunos de los proyectos más urbanos son la serie de dos paradas de metro en Napoles, en colaboración con los arquitectos future systems. Proyectos en acero corten con entradas de formas curvas a un espacio subterráneo misterioso. De la colaboración e impulso del ingeniero Cecil Balmond surge la instalación Marsya para el salón de la turbina de la Tate Modern. Una estructura textil que se abre en tres conos de forma plástica. Otras obras surgen de la investigación con este tipo de formas y materiales textiles, también en entornos privilegiados como Leviatan en el Grand Palais de Paris. Son a menudo instalaciones temporales, lo que les confiere también un caracter efímero, vivo, resonante.

El trabajo con espejos cóncavos o convexos, con formas con complejidad creciente en diálogo con su entorno ha dado lugar a obras increibles, como el CloudGate en el Millennium Park de Chicago, el Sky Mirror instalado en el Rockefeller Center de Nueva York o en los Kensington gardens de Londres, la obra Turning the world upside down en el Israel Museum, o el Tall tree and the Eye en el Guggenheim de Bilbao.

Es un artista fundamental que espero poder seguir conociendo, y que espero nos siga sorprendiendo, sin caer en la repetición víctima de su propia celebricidad, como les ha ocurrido a algunos de los arquitectos más célebres que han pasado a formar parte del star system. Tengo mi propia opinión sobre un actuación en Santander idónea para Anish Kapoor, para quien quiera escuchar...


Metro de Napoles

Marsya en la Tate Modern

Leviatan, Grand Palais

Sky Mirror en Kensington gardens

Turning the world upside down

Tall tree and the Eye en Bilbao

Capilla de Ronchamp

Para estrenar este apartado de arquitectura, nada mejor que un maestro indispensable, como es Le Corbusier (pseudonimo de Charles-Éduard Jeanneret), y su capilla de Notre Dame du Haut en Ronchamp (Francia).
Visitamos Ronchamp en una escapada desde Basilea en Suiza. El pueblo de Ronchamp es pequeño y no es fácil de encontrar sin indicaciones, por la falta de señalización, pero sin duda merece mucho la pena llegar hasta allí.
El encargo para Le Corbusier era la construcción de esta capilla en lo alto de un monte, en un lugar de peregrinaje en el que los dos santuarios preexistentes habían sido destruidos por un rayo, y por las bombas durante la Segunda Guerra Mundial, en el transcurso de menos de 30 años. Recibe el encargo en 1950 y la capilla se inaugura en 1955, después de dos años de obras.
Le Corbusier se encuentra un lugar sin restricciones a su arquitectura y dominado por el paisaje en sus cuatro horizontes. Así desarrolla una arquitectura nueva arquitectura alejada de las formas planas y ortogonales racionales y de las columnas y pilares verticales clásicos. La capilla es un voumen compacto y único formado por gruesos muros curvos e inclinados que soportan una gran lamina de hormigón curvada que forma la cubierta. Esta complejidad de formas genera impresiones cambiantes al recorrerla. Y responde al paisaje en lo que Le Corbusier parece denominar "Acustica visual". Además estas formas convierten al paisaje en una capilla al aire libre, con un altar exterior para los oficios más multitudinarios.

El interior es un espacio de quietud y contemplación. Las formas concavas y convexas y el peso de la cubierta, encierran un espacio interior en que la luz entra tamizada por las vidrieras y los tragaluces de las torres que se elevan sobre cada una de las capillas.
Una cosa que me impresiona descubrir es que el muro sur perforado por las vidrieras y con distintas superficie curvada hacia el interior y el exterior está construido no como un gran macizo, sino como una cuadricula con una serie de pantallas verticales de hormigón armado y una piel interior y exterior de hormigón gunitado de 4 cm directamente proyectado sobre una malla metálica que genera las formas curvas. No sólo un lenguaje arquitectónico totalmente nuevo, sino también distintas soluciones construtivas para hacerlo realidad. Con un resultado escultural de enorme belleza y simplicidad. La plasticidad en la que se pliegan los muros para formar las torres y las dos entradas, y la forma curva de la cubierta también construida como una doble lámina, nos hace ver que la sencillez lírica de este espacio oculta necesariamente una lógica compleja que nace en los números del Modulor, una superioridad técnica, y un uso descarnado y sensible del hormigón.

Es un placer acercarse, monte arriba hacia la capilla en un día soleado, y ver emerger la proa de este buque luminoso varado en silencio sobre colinas verdes, con un cielo azul al fondo.
Cuando nosotros visitamos Ronchamp se ultimaban las obras de unas habitaciones para las hermanas que viven en lo alto del monte, integradas en la ladera, y de un nuevo centro de visitantes y un aparcamiento oculto a la vista por una terraza mirador sobre el paisaje, obra de Renzo Piano, y que no pudimos ver acabados. Así que ya tenemos una excusa para volver.

Sylvie, de Gérard de Nerval

Empiezo con este comentario una serie sobre libros, y recomendaciones para leer (o para dejar de leer).
Sin más pretensiones que dar algunas pistas, sin hacer un análisis profundo de cada obra.
El primer libro es Sylvie, de Gérard de Nerval.
Para empezar con un libro que cumple 160 años (se es escribió en 1851), y que se mantiene en plena forma. Es decir, que nunca ha perdido actualidad.

Gérard de Nerval, es un autor romántico francés, y un poeta suicida de existencia atormentada que acabó sus días ahorcado en una farola de la rue Lanterne en Paris. Sus últimos años de vida fueron los más atormentados y también los más fecundos, y en ellos escribió Sylvie que se encuadra en las narraciones Les filles du feu.
Sylvie es una novela corta, de solo 73 páginas. Pero sin duda valiosa. He de reconocer que tengo predilección por lo libros cortos, y que poco a poco iran espero vayan apareciendo muchos en el blog, pero eso es otra historia.
Sylvie se desarrolla en el recuerdo, en una melancólica persecución de un objeto de amor, de una imagen, que parece tomar forma en tres mujeres en distintos momentos de la vida. Adrienne, Sylvie, Aurelie. Esta busqueda del ideal femenino, con objetos solapados que seducen al autor y le disuaden, y le transportan por los años sin ser capaz de materializarse en una amor, recuerda mucho al espíritu actual en el que la total exigencia y la busqueda de una perfección a veces superficial, nos lleva corriendo de un sitio a otro tras objetos de deseo cambiantes y sin más sentido a veces que una huida hacia adelante, y una busqueda desesperada de encontrar el sentido en el objeto deseado. Las ilusiones caen una tras otra sin dejar más que el recuerdo de un amor de juventud idealizado y no realizado, romantico, reflejado en la naturaleza, y en la persecución de un tiempo perdido, que a pesar de todo, nunca ha de volver.
Espero no asustar a nadie con estas reflexiones. Es un libro fácil de leer, y que con seguridad merece una segunda lectura, para cualquiera que no le disuada el espíritu romántico, tradicional y campestre francés (El subtitulo del libro es Recuerdos del Valois). Además es un libro que deja poso. Y yo no soy nadie para decirlo, pero sí Umberto Eco y Marcel Proust cuya lectura les causó una profunda impresión.

viernes, 7 de octubre de 2011

Salginatobel Brücke

No hay mejor forma de estrenar una colección de puentes que ésta. A todos los que no tengan el placer, tengo el gusto de presentarles el puente Salginatobel en Schiers, Suiza. Es quizás el puente más conocido de Robert Maillart, gran ingeniero suizo de la primera mitad del siglo XX, y maestro precursor del hormigón armado.
Tuvimos la suerte de visitarlo en un día soleado de principios de Septiembre. Llegando hasta él por una estrecha y sinuosa carretera de montaña no lejos de Chur en los Alpes suizos. El puente es muy estrecho también , sólo 3.5 m, lo que hace difícil que puedan llegar cruzarse en él dos coches. Cosa imposible casi en toda la carretera...
El puente cruza sobre el arroyo Salgina a una altura de 90 m, lo que unido al impresionante paisaje de bosques y montañas, lo hace totalmente dramático y espectacular. El vano principal es un puente arco triarticulado de 90 m de luz apoyado en rotulas de hormigón. El arco forma un cajón cerrado con la losa del tablero y los muros laterales en tímpano. Reduce al mínimo el material utilizado al eliminarlo donde no es necesario, consiguiendo una silueta aporticada totalmente reconocible que le convierte, según el acuerdo de los expertos, en el puente más bello del siglo XX.

Sin embargo, lo realmente impresionante es que Maillart con su exquisita sensibilidad, y su diseño para el puente Salgina, son escogidos para el encargo por razones exclusivamente económicas, al ser la solución más barata de las 19 presentadas. Lo que consigue al reducir al mínimo el material utilizado. Valga como ejemplo la losa de sólo 20 cm de canto y 3.80 m de ancho que forma el arco en la clave y rótula central, permitiendo ahorrar gran cantidad de hormigón, muy costoso en la época. Lo más increible es que todo esto se construyo allá en 1930, en un lugar de dificil acceso y con medios limitados. La impresionante cimbra de madera de Richard Coray fue montada por sólo seis trabajadores en 1929 y el hormigonado del puente se realizó en tres meses, mezclando a mano los componentes de hormigón. La delicada operación del hormigonado de la losa del arco se realizó durante 40 horas ininterrumpidas.

Es impresionante ver las tres rotulas del arco, especialmente la rotula en clave que se hace evidente incluso desde el interior del puente con la interrupción de los parapetos de hormigón.
Sin saber nada de todo esto el puente es de una belleza increible, pero imaginarse todos estos detalles y dificultades hacen valorarlo aún más, como una tremenda proeza técnica, en una lejana carretera perdida de montaña sin apenas tráfico, a la que sin duda merece la pena dejarse arrastrar. Para luego perderse por algún camino entre los bosques de estas hermosas montañas...