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sábado, 5 de noviembre de 2011

Las Termas de Vals, Peter Thumtor
























Las Termas de Vals son un Proyecto de Peter Thumtor, arquitecto suizo (Basilea 1943), y premio Pritzker de Arquitectura 2009.
Las termas forman parte del complejo de un Hotel Spa preexistente, en el pueblecito de Vals en el medio de las montañas al Este de Suiza, cerca de Chur (donde Peter Thumtor tiene su pequeño estudio). Las termas abrieron en 1996, formando un espacio fundamentalmente subterráneo escavado en la roca, con una cubierta plana ajardinada en la parte superior que pasa a formar parte de la terraza del Hotel. Esta roca es la inspiración y elemento fundamental de las termas, para las que la cuarcita de color gris plomizo local se convierte casi en el material único en suelos y paredes. La roca se dispone en líneas horizontales formando un perfil estratigráfico con las formas y los cortes ortogonales de una cantera, y en grandes losas en suelos y piscinas con un sorprendente tacto suave agradablemente cálido.



Esta asociación de piedra y agua, emergiendo de la montaña y formando parte de la montaña inspira la sensibilidad del autor de “Atmosfera”. (Por cierto una muy recomendable lectura, con las reflexiones del autor en una aproximación a la arquitectura desde las sensaciones)



“Mountain, stone, water – building in the stone, building with the stone, into the mountain, building out of the mountain, being inside the mountain – how can the implications and the sensuality of the association of these words be interpreted, architecturally?” Peter Zumthor



Pero las termas de Vals son sobretodo una experiencia sensorial y un juego arquitectónico. Cuando recorres las distintas salas y piscinas que las componen por primera vez no tienes un recorrido marcado ni ninguna indicación que te lleve a uno y otro lugar, sino que deambulas siempre tras la vista de un paisaje o una visión que se oculta o se muestra de manera muy estudiada. Te dejas llevar por los juegos que propone el autor atraído en la oscuridad por la luz bajo el agua, por un rincón en penumbra, por una esquina que oculta un recoveco apacible, por el espacio del otro lado de un paso angosto. Cuando experimentas la grandeza de las montañas desde la piscina exterior, u oyes tu propio eco en los altísimos techos de una pequeña piscina en la que flotan cientos de pétalos desprendiendo un suave aroma y dotando al agua de un tacto oleoso, involuntariamente te has dejado llevar a un mundo místico paralelo lejos de tus rutinas y tus preocupaciones sin importancia.



Desde el fondo de esta caverna la luz se filtra por aperturas en la cubierta de hormigón durante el día, mientras que por la noche sólo emerge del fondo de las propias piscinas iluminadas, y apenas puedes adivinar las montañas nevadas en la profunda oscuridad del paisaje. Es especialmente recomendable visitar las termas de día y también de noche (sólo las noches de jueves y domingos, consultar la página del hotel). La estancia es bastante cara pero sin duda merece la pena, si se aprovechan los baños, a poder ser en buena compañía. Las termas son inevitablemente un peregrinaje de arquitectos, pero también una curiosa mezcla de viajeros, millonarios, montañeros, estudiantes y amantes de la tranquilidad o la buena arquitectura.


Llaman también la atención por contraste con la relajante y oscura atmosfera de las salas y piscinas de piedra, los cambiadores de ambiente recargado en madera y cuero rojo, o las asfixiantes saunas de vapor de aspecto industrial, así como los neones azules que marcan la entrada, y que contribuyen a una arquitectura totalmente personal e intimista, más próxima a la creatividad y el espíritu desenfadado de la movida madrileña que al star system de la actual arquitectura internacional de masas.

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