jueves, 8 de diciembre de 2011
1Q84 (Libros 1 y 2), Haruki Murakami
1q84 es un mundo que se desgaja de 1984, y que sin que apenas nadie lo note, forma una realidad diferente. Sólo Aomame parece darse cuenta, y teme compartirlo con nadie. Dos lunas en el cielo, como una señal inequivoca de que algo ha cambiado, y que sin embargo nadie parece ver.
Por su lado el prudente Tengo se embarca en una situación que escapa a su control atraido por la necesidad de reescribir "La crisalida del aire", la extraña historia escrita por la adolescente Fukaeri para desvelar al mundo lo que ocurre tras los muros de Vanguardia. 1q84, la novela de Haruki Murakami, refleja un mundo paralelo al nuestro diferente del opresivo 1984 de Orwell con su Gran Hermano vigilante, sin duda mucho más fantástico y próximo al país de las maravillas de Alicia, pero aún así lleno de peligros, y de oscuros poderes que también intentan reescribir la historia y controlar así el destino de los hombres.
La íntima y apacible soledad de los personajes de Murakami se ve turbada por la cruda realidad de una sociedad imperfecta que oculta mujeres maltratadas, grupos revolucionarios, sectas religiosas, desviaciones sexuales, corrupción y abusos, y unos higiénicos asesinatos que intentan enderezar el camino extraviado de un mundo absurdo.
En este mundo desembarca un elemento que desequilibra todo, la Little People, y desencadena una lucha entre el bien y el mal que protagonizan unos personajes solitarios, y casi marginales.
Es sin duda un libro inclasificable, con un sofisticado surrealismo que hace que desde situaciones y personajes "reales" vayamos cayendo poco a poco y de forma natural en una nueva subjetvidad, que con sutiles alteraciones da lugar a un universo fantástico. Este viaje quizás sea necesario, como la visita a la ciudad de los gatos, para recuperar hechos del pasado, superar obsesiones y caer en la cuenta de aquello a lo que estabamos destinados, y que nos define.
Es dificil decir ahora si el libro consigue lo que busca, llevarnos de este otro lado, o si en 1q84 se producirá el reencuentro esperado entre los predestinados Tengo y Aomame, ya que aún falta un final a la historia. En cualquier caso mantiene el interés a través de cada página, y no puedo esperar para empezar el Libro 3. Ya os diré si en mi opinión merece la pena el viaje.
Hasta ahora he leído otras novelas de Murakami (Tokio Blues, o Sputnik mon amour), que he disfrutado mucho por la fragilidad y cercanía de sus personajes, dulcemente atormentados, pero esta novela me ha sorprendido por la componente fantástica totalmente novedosa para mí, aún más unida a la atmosfera intimista y musical habitual de sus relatos. Aunque por lo que parece esta cualidad surrealista, así como los paralelismos con otros mundos de Alicia están presentes en muchas otras de sus obras. En cualquier caso una lectura totalmente recomendable.
domingo, 27 de noviembre de 2011
HOMBRE OFICINA
Tu, hombre, así ya solo
eres una oficina.
Eres un inmueble, un interés
a corto o largo plazo,
una inversión eres.
Siento como pesa en ti
una humanidad de días
y una historia de posesión de deudas,
que no los días de humanidad
y la posesión de las cotidianas historias
de ternura y dudas,
que echo en falta.
Tú, hombre, así ya solo
eres una oficina.
Eres una sombra que dobla el lomo
en cada escalón que busca
el entresuelo.
Y te sigue en el aire el rastro
de tu mal café con tu mala leche,
que cada mañana
te mantiene despierto.
Tú te subes cada mañana, peldaño a peldaño
al cuello de la camisa,
y vas arrastrando los pantalones
al desayuno, vas arrastrando
al metro los párpados.
Y cuando te desnudo ya a la noche,
veo los barrotes
de tu vertical vida necesaria
que me imploran a gritos desde abajo,
desde los salarios mínimos,
desde las conserjerías,
de los húmedos despachos
y los oscuros sótanos
en que se queda
tu humanidad.
Tu ser hombre y esclavo,
de los nuevos tiempos.
domingo, 20 de noviembre de 2011
Puente de las Llamas - Puente Juan José Arenas
Esta vez os presento un puente reciente, inaugurado en Mayo de 2011, y en el que he tenido el privilegio en intervenir desde la fase de proyecto en 2009 y en todos los mejores y peores momentos de su construcción. El puente es proyecto de Arenas & Asociados y el resultado de los esfuerzos de muchísima gente a los que quiero expresar mi reconocimiento y gratitud, y a los que no puedo nombrar aquí uno por uno. El puente ha recibido el nombre de Juan José Arenas, que es el mejor representante de todos ellos. Juan José ha sido nuestro maestro en el oficio de diseñar y construir puentes, pero sobretodo un ejemplo de trabajo, perseverancia, exigencia, integridad y sensibilidad, uniendo el humanismo a la precisión y la técnica necesaria en ingeniería estructural, en lo que el llamaría "arquitectura estructural". Este puente es un buen reflejo de él, por su entereza, esbeltez y elegancia, y por haber superado momentos dificiles durante su ejecución.
El puente es un arco intermedio de 102 m de luz y tablero de 24 m de ancho que une la carretera de entrada a Santander hacia el Sardinero (S20) con la universidad en la Avenida de los Castros a través de la nueva Bajada de Polio. El puente salva el fondo de la Vaguada de las Llamas en el que el Parque Atlántico se extenderá en el futuro. En el diseño es fundamental su integración en el parque, su correcta inserción en escala sin interrumpir visualmente el parque. El puente es una estructura integramente de hormigón blanco de alta resistencia en la que se ha utilizado hormigón autocompactante en el arco y pies inclinados. El tablero soporta dos calzadas de dos carriles, aceras de 2.4 m y un carril bici central que pasa a través del arco. El arco soporta el tablero mediante péndolas de acero inoxidabe. Una vez bajo el tablero el arco se convierte en dos pies inclinados que continuan bajo el terreno hasta su apoyo en la roca sana a unos 9 m de profundidad y en la vertical de los apoyos en estribos. El arco se biarticula con rótulas en los pies inclinados a 81 m de separación entre ellas. El tablero es un cajó de hormigón pretensado con voladizos de 9 m materializados con unas piezas prefabricadas de 14 ton de peso, con una apertura aligeramiento inferior para iluminar el fondo del parque.
Os animo a cruzar el puente y sobretodo a disfrutarlo desde el fondo del Parque durante el día y también durante la noche, y descubrir la iluminación nocturna de la calzada, del arco y del fondo del tablero.
El puente es un arco intermedio de 102 m de luz y tablero de 24 m de ancho que une la carretera de entrada a Santander hacia el Sardinero (S20) con la universidad en la Avenida de los Castros a través de la nueva Bajada de Polio. El puente salva el fondo de la Vaguada de las Llamas en el que el Parque Atlántico se extenderá en el futuro. En el diseño es fundamental su integración en el parque, su correcta inserción en escala sin interrumpir visualmente el parque. El puente es una estructura integramente de hormigón blanco de alta resistencia en la que se ha utilizado hormigón autocompactante en el arco y pies inclinados. El tablero soporta dos calzadas de dos carriles, aceras de 2.4 m y un carril bici central que pasa a través del arco. El arco soporta el tablero mediante péndolas de acero inoxidabe. Una vez bajo el tablero el arco se convierte en dos pies inclinados que continuan bajo el terreno hasta su apoyo en la roca sana a unos 9 m de profundidad y en la vertical de los apoyos en estribos. El arco se biarticula con rótulas en los pies inclinados a 81 m de separación entre ellas. El tablero es un cajó de hormigón pretensado con voladizos de 9 m materializados con unas piezas prefabricadas de 14 ton de peso, con una apertura aligeramiento inferior para iluminar el fondo del parque.
Os animo a cruzar el puente y sobretodo a disfrutarlo desde el fondo del Parque durante el día y también durante la noche, y descubrir la iluminación nocturna de la calzada, del arco y del fondo del tablero.
sábado, 12 de noviembre de 2011
Carlos
Cuando apareció Carlos por primera vez, lo hizo sentado en un asiento de un tren de cercanías, repitiendo el mismo trayecto cada mañana sin importar camino de qué destino. Porque como personaje, Carlos, existía sólo en el lapso de tiempo del trayecto, y el conjunto de todos estos intervalos, de duración idéntica, puestos uno tras el otro, eran una eterna espera camino de algo aún por alcanzar, que era al fin y al cabo, la vida de Carlos.
Desde un primer momento apareció mirando a una joven, como desprovisto de partida de nada propio. Contemplaba a otra pasajera del tren que leía atentamente una novela. Para mí, como para Carlos, aquella joven carecía de un nombre, de una identidad aparte de su aspecto, y del hecho de que leía invariablemente cada mañana, con igual interés que paciencia.
Mientras para mí el interés estaba en Carlos, mi personaje apenas por nacer, él se interesaba por la joven lectora, que por su parte no tenía ojos sino para su libro, y mi búsqueda de un argumento literario se retiraba encarcelada como por algún tipo de emboscada del azar en las páginas de aquel libro, por supuesto en blanco, viajando en el interior del vagón de un tren de cercanías cualquiera. Preso dentro del círculo cerrado de los intereses imaginarios creados entre unos personajes incompletos, que por alguna razón desobedecían a mi voluntad.
Ocurrió, que al mismo tiempo que crecía mi interés por lo que aquel libro vacío pudiera esconder, a la vez que perseguía en él el camino que pensaba habría de llevarme a mi historia, Carlos se interesaba también más y más por el libro, pero por razones bien distintas. Para Carlos el libro se convirtió con las horas acumuladas de trayecto, en la llave para llegar hasta la joven lectora. La novela era a la vez el objeto en que se centraba la atención de aquella chica, y el total de su vida mientras leía. Así que si Carlos deseaba su atención, si deseaba entrar en su vida, debía ser a través del libro.
Durante días intentamos sin éxito Carlos y yo asomarnos por entre las manos de la joven a las líneas del texto transparente, acertar a distinguir el título escrito sobre la portada, o el nombre de un autor inexistente. Pero todo el esfuerzo fue en vano, y la historia hubiera quedado en esto si no hubiera sucedido, semanas después, algo insólito. Una mañana, llegando la parada en que la joven descendía cada día del tren y se difuminaba con ello su existencia de personaje sobre el andén, dejó olvidado en un descuido el libro sobre su asiento, dirigiéndose a la salida. Carlos que lo vio, se levantó apresuradamente, lo recogió y salió corriendo tras de ella. Cuando Carlos llegó hasta la compuerta, era ya demasiado tarde, ella había desaparecido entre la multitud que bullía como por primera vez al abandonar los vagones, y las puertas se cerraban a la espera de que el tren reanudara la marcha. A la momentánea desilusión, se sobreponía una novísima realidad, un inesperado panorama abierto. Repentinamente para mí y para Carlos nacían dos historias, dos vidas por descubrir: la existencia más allá del tren, antes y después del trayecto, fuera de la frontera de sus compuertas; y la vida contenida en el libro en sus manos, que se escribía insospechadamente sobre sus páginas en blanco. Carlos tomó conciencia de esta nueva realidad, aspiró brevemente, y con un gesto detuvo las puertas que se cerraban y saltó al andén, justo en el momento que el tren comenzaba a dar sus primeros pasos. Empezaba así al fin esta historia. Carlos corriendo tras la joven lectora, con las líneas del libro hallado palpitando, recién nacidas, como un tesoro entre sus manos.
Desde un primer momento apareció mirando a una joven, como desprovisto de partida de nada propio. Contemplaba a otra pasajera del tren que leía atentamente una novela. Para mí, como para Carlos, aquella joven carecía de un nombre, de una identidad aparte de su aspecto, y del hecho de que leía invariablemente cada mañana, con igual interés que paciencia.
Mientras para mí el interés estaba en Carlos, mi personaje apenas por nacer, él se interesaba por la joven lectora, que por su parte no tenía ojos sino para su libro, y mi búsqueda de un argumento literario se retiraba encarcelada como por algún tipo de emboscada del azar en las páginas de aquel libro, por supuesto en blanco, viajando en el interior del vagón de un tren de cercanías cualquiera. Preso dentro del círculo cerrado de los intereses imaginarios creados entre unos personajes incompletos, que por alguna razón desobedecían a mi voluntad.
Ocurrió, que al mismo tiempo que crecía mi interés por lo que aquel libro vacío pudiera esconder, a la vez que perseguía en él el camino que pensaba habría de llevarme a mi historia, Carlos se interesaba también más y más por el libro, pero por razones bien distintas. Para Carlos el libro se convirtió con las horas acumuladas de trayecto, en la llave para llegar hasta la joven lectora. La novela era a la vez el objeto en que se centraba la atención de aquella chica, y el total de su vida mientras leía. Así que si Carlos deseaba su atención, si deseaba entrar en su vida, debía ser a través del libro.
Durante días intentamos sin éxito Carlos y yo asomarnos por entre las manos de la joven a las líneas del texto transparente, acertar a distinguir el título escrito sobre la portada, o el nombre de un autor inexistente. Pero todo el esfuerzo fue en vano, y la historia hubiera quedado en esto si no hubiera sucedido, semanas después, algo insólito. Una mañana, llegando la parada en que la joven descendía cada día del tren y se difuminaba con ello su existencia de personaje sobre el andén, dejó olvidado en un descuido el libro sobre su asiento, dirigiéndose a la salida. Carlos que lo vio, se levantó apresuradamente, lo recogió y salió corriendo tras de ella. Cuando Carlos llegó hasta la compuerta, era ya demasiado tarde, ella había desaparecido entre la multitud que bullía como por primera vez al abandonar los vagones, y las puertas se cerraban a la espera de que el tren reanudara la marcha. A la momentánea desilusión, se sobreponía una novísima realidad, un inesperado panorama abierto. Repentinamente para mí y para Carlos nacían dos historias, dos vidas por descubrir: la existencia más allá del tren, antes y después del trayecto, fuera de la frontera de sus compuertas; y la vida contenida en el libro en sus manos, que se escribía insospechadamente sobre sus páginas en blanco. Carlos tomó conciencia de esta nueva realidad, aspiró brevemente, y con un gesto detuvo las puertas que se cerraban y saltó al andén, justo en el momento que el tren comenzaba a dar sus primeros pasos. Empezaba así al fin esta historia. Carlos corriendo tras la joven lectora, con las líneas del libro hallado palpitando, recién nacidas, como un tesoro entre sus manos.
sábado, 5 de noviembre de 2011
Las Termas de Vals, Peter Thumtor
Las Termas de Vals son un Proyecto de Peter Thumtor, arquitecto suizo (Basilea 1943), y premio Pritzker de Arquitectura 2009.
Las termas forman parte del complejo de un Hotel Spa preexistente, en el pueblecito de Vals en el medio de las montañas al Este de Suiza, cerca de Chur (donde Peter Thumtor tiene su pequeño estudio). Las termas abrieron en 1996, formando un espacio fundamentalmente subterráneo escavado en la roca, con una cubierta plana ajardinada en la parte superior que pasa a formar parte de la terraza del Hotel. Esta roca es la inspiración y elemento fundamental de las termas, para las que la cuarcita de color gris plomizo local se convierte casi en el material único en suelos y paredes. La roca se dispone en líneas horizontales formando un perfil estratigráfico con las formas y los cortes ortogonales de una cantera, y en grandes losas en suelos y piscinas con un sorprendente tacto suave agradablemente cálido.
Esta asociación de piedra y agua, emergiendo de la montaña y formando parte de la montaña inspira la sensibilidad del autor de “Atmosfera”. (Por cierto una muy recomendable lectura, con las reflexiones del autor en una aproximación a la arquitectura desde las sensaciones)
“Mountain, stone, water – building in the stone, building with the stone, into the mountain, building out of the mountain, being inside the mountain – how can the implications and the sensuality of the association of these words be interpreted, architecturally?” Peter Zumthor
Pero las termas de Vals son sobretodo una experiencia sensorial y un juego arquitectónico. Cuando recorres las distintas salas y piscinas que las componen por primera vez no tienes un recorrido marcado ni ninguna indicación que te lleve a uno y otro lugar, sino que deambulas siempre tras la vista de un paisaje o una visión que se oculta o se muestra de manera muy estudiada. Te dejas llevar por los juegos que propone el autor atraído en la oscuridad por la luz bajo el agua, por un rincón en penumbra, por una esquina que oculta un recoveco apacible, por el espacio del otro lado de un paso angosto. Cuando experimentas la grandeza de las montañas desde la piscina exterior, u oyes tu propio eco en los altísimos techos de una pequeña piscina en la que flotan cientos de pétalos desprendiendo un suave aroma y dotando al agua de un tacto oleoso, involuntariamente te has dejado llevar a un mundo místico paralelo lejos de tus rutinas y tus preocupaciones sin importancia.
Desde el fondo de esta caverna la luz se filtra por aperturas en la cubierta de hormigón durante el día, mientras que por la noche sólo emerge del fondo de las propias piscinas iluminadas, y apenas puedes adivinar las montañas nevadas en la profunda oscuridad del paisaje. Es especialmente recomendable visitar las termas de día y también de noche (sólo las noches de jueves y domingos, consultar la página del hotel). La estancia es bastante cara pero sin duda merece la pena, si se aprovechan los baños, a poder ser en buena compañía. Las termas son inevitablemente un peregrinaje de arquitectos, pero también una curiosa mezcla de viajeros, millonarios, montañeros, estudiantes y amantes de la tranquilidad o la buena arquitectura.
Llaman también la atención por contraste con la relajante y oscura atmosfera de las salas y piscinas de piedra, los cambiadores de ambiente recargado en madera y cuero rojo, o las asfixiantes saunas de vapor de aspecto industrial, así como los neones azules que marcan la entrada, y que contribuyen a una arquitectura totalmente personal e intimista, más próxima a la creatividad y el espíritu desenfadado de la movida madrileña que al star system de la actual arquitectura internacional de masas.
domingo, 23 de octubre de 2011
Chema Madoz
Chema Madoz (Madrid 1958) es un fotografo español de gran popularidad y reconocimiento, Premio Nacional de fotografía en 2000.
Su obra fundamentalmente en blanco y negro, está a medio camino entre el surrealismo y la poesía visual y conecta con Joan Brossa y otros autores no sólo del mundo de la fotografía, sino también de la pintura, la poesía, la escultura o la instalación, pero sobretodo es una fotografía de objetos, de ideas y de juegos visuales que apelan a la imaginación, a la reflexión y muchas veces a la ironía y el humor.
La simplicidad de sus imagenes las hacen próximas a muchos públicos diferentes, lo que permite que "lleguen" con facilidad, sin restar un ápice del valor artístico de su imagenes ya que no hay nada más dificil que alcanzar esta simplicidad sintética y simbólica.
Ya desde que en 1996 recortamos una foto suya con anzuelos en el tallo de una rosa para pegarla en el collage en el que convertimos nuestra orla de COU, y tras los posteriores hallazgos de sus fotos en portadas de libros de poesía, en galerías de arte o en el Reina Sofía, Chema Madoz es uno de mis artistas favoritos.
Espero que disfrutéis de sus imagenes delicadas, perplejas, engañosas, lúdicas y siempre maravillosas.
Su obra fundamentalmente en blanco y negro, está a medio camino entre el surrealismo y la poesía visual y conecta con Joan Brossa y otros autores no sólo del mundo de la fotografía, sino también de la pintura, la poesía, la escultura o la instalación, pero sobretodo es una fotografía de objetos, de ideas y de juegos visuales que apelan a la imaginación, a la reflexión y muchas veces a la ironía y el humor.
La simplicidad de sus imagenes las hacen próximas a muchos públicos diferentes, lo que permite que "lleguen" con facilidad, sin restar un ápice del valor artístico de su imagenes ya que no hay nada más dificil que alcanzar esta simplicidad sintética y simbólica.
Ya desde que en 1996 recortamos una foto suya con anzuelos en el tallo de una rosa para pegarla en el collage en el que convertimos nuestra orla de COU, y tras los posteriores hallazgos de sus fotos en portadas de libros de poesía, en galerías de arte o en el Reina Sofía, Chema Madoz es uno de mis artistas favoritos.
Espero que disfrutéis de sus imagenes delicadas, perplejas, engañosas, lúdicas y siempre maravillosas.
El Violín Negro de Maxence Fermine
El violín negro es otra lectura breve recomendable para agendas ocupadas y horarios ajetreados que apenas dejen unas horas para disfrutar de un buen libro.
Maxence Fermine es un escritor francés relativamente joven (nació en el 68), que se dio a conocer con Nieve en en 1999 (traducido al español en 2001).
Sus libros poseen un estilo delicado y minimalista y se ambientan en escenarios históricos de epocas o lugares remotos que colaboran a una atmosfera mágica e irreal.
En Nieve, la prosa breve y lírica estaba totalmente conectada con la poética sútil del haiku japonés, acercándonos a su ambientación y oriental y convertiendola en una auténtica novela zen.
Si bien creo que por esta razón Nieve me gustó más, el Violín Negro es también totalmente recomendable.
En este caso la acción transcurre en torno a la música entre francia e Italia, en concreto Venecia, a finales del siglo XVIII. Los protagonistas son un violinista y compositor (Johannes Karelsky), niño prodigio venido a menos persiguiendo su gran opera como la composición de una vida, y un misterioso luthier (Erasmus), heredero de los secretos de Stradivarius. Una noche Erasmus no puede evitar revelarle la historia que hay detrás del misterioso violín negro, una historia de amor trágica y fascinante.
La historia es sin duda evocadora y recrea sensaciones musicales y artísticas con belleza en la atmosfera mágica de la noche Veneciana, alertando del peligro que se esconde tras la inalcanzable busqueda de lo sublime en el Arte, tan inalcanzable a veces como la perfección de un amor idealizado.
La crítica quizás sea la inverosimilitud de unos personajes alejados de la realidad como consecuencia del formato de cuento escogido, y la falta de profundidad de un relato que se queda algo corto, aunque en realidad resulta más interesante por lo que calla, y nos deja adivinar, que por las líneas escritas en el texto.
miércoles, 12 de octubre de 2011
Después de meses de amaneceres unidos
Para Marta
Después de meses de amaneceres unidos,
del retorno al cálido abrazo del cansancio compartido,
voy aprendiendo a apreciar
que la alegría, como todo lo valioso,
es pasajera.
Que somos inevitablemente humanos.
Que la paz no dura. Que la guerra
no se ensaya.
Que el amor escapa a los renglones
de un horario estructurado.
Tu voz me llega desde la infancia.
Flor de alas que crece
entre el lento movimiento
de las piedras.
Y es pura alegría. (Una dulce tarde de invierno que recibe al perdón)
Alegría pura y momentánea.
Está hecha de cambio, de carreras por el viento
atrapando sueños.
Y querer detenerte es como mirar las vidrieras
por el lado equivocado. Intentar escapar
de los agujeros negros de la memoria.
O contener el agua entre las manos.
Escucho tu declaración de ausencia.
Y adivino en tus labios el silencio futuro
cuando torpes nos busquemos
entre tiernas disculpas
tentando la piel sobre la que un día
escribimos nuestros nombres.
Las palabras se repiten.
Cada frase es un beso del tiempo.
Las rutinas cotidianas compartidas
establecen los límites.
Lo llenan todo hasta secar el espejo.
Después de los primeros y apasionados besos
tratando de coser la piel al movimiento,
tras horizontes de trazo tembloroso,
el discurso parece cobrar sentido.
Aunque pierda brillantez.
Viajamos juntos. Respiramos esta felicidad
que sustituye al aire.
Construyendo como muchos otros antes,
un futuro, un pasado. Un Presente.
Hoy, quisiera mandarte una postal
desde fuera.
Llamarte por teléfono a través del tiempo.
Besar tu recuerdo.
Y decirte que todo irá bien.
Porque así lo estamos queriendo.
domingo, 9 de octubre de 2011
RUBICON
El ritmo parece repetirse, plegarse, fundirse sobre sí mismo como si la música fuera chocolate caliente. Mientras, mi cabeza descansa recostada sobre la madera.
Los hielos se funden lentamente. Los sonidos se solapan hasta atenuar la melodía. Tu reflejo resbala despacio por el vidrio mojado hasta sumergirse en el alcohol. Espero. Hace rato fuiste al baño. Laura, fue hace un año cuando reías. Decías que el arte eran unas vacaciones que algunos no pueden permitirse. Aún espero. Siempre bebo dos copas por cada media tuya. ¿Por qué tu imagen inunda mis sueños, Elena? Tu voz se retrasa en los recovecos del eco. Los vasos se agigantan. Mis párpados han borrado tu cara como un limpiaparabrisas. Un último pestañear de ojos, y ya no eres más tú. Sólo tú, Marta, mientras apuro tu sonrisa con el fondo de esta copa. Y la seguridad de que volveré a salir solo por esa puerta al final de la noche, tal y como entré por ella.
sábado, 8 de octubre de 2011
Anish Kapoor
Con toda humildad quiero empezar a traer al blog obras de arte, o artístas que admiro, y presentarlos de forma más o menos cercana.
El primero es Anish Kapoor, escultor y artísta polifacético de origen indio (Bombay, 1954) afincado en Londres y con gran repercusión internacional desde los 80.
Ya desde una primera visita a Chicago al descubrir "Cloudgate", o "the bean" (la judia) como se le conoce popularmente, quede muy impresionado por este artista. La exposición en el Guggenheim Bilbao en 2010 terminó de descubrirlo para mí como un nuevo exponente del arte contemporáneo, que además le redime de muchos otros que a veces nos han alejado (al menos a mi y a otros amantes del arte) del arte más actual.
La obra de Anish Kapoor es sencilla, intuitiva, y puede disfrutarse en distintos niveles, cautivando a tipos muy diferentes de público. Su obra escultórica es muy variada, pero es fundamentalmente geométrica, abstracta y plagada de formas curvas. Con el uso de materiales de distintas cualidades, pero de forma especial los espejos, el pigmento, la cera y la tela de pvc. Sus obras son a menudo dificiles de describir y mucho más faciles de disfrutar mediante la observación directa.
En los inicios integra en esculturas de menor formato el color y las tradiciones heredadas de la cultura oriental, y después indaga en el concepto de vacío y su materialidad. Con el uso de la cera crea formas que se autogeneran en tiempo real frente al espectador. Ahora anda en busqueda del no-objeto y ha encontrado en el trabajo con espejos un campo de experimentación increible. Ha trabajado en formatos cada vez mayores en entornos urbanos, interviniendo en proyectos arquitectónicos, en los límites de los artístico y lo arquitectónico. Lo que hace mucho más interesante y enriquecedor el diálogo.
Algunos de los proyectos más urbanos son la serie de dos paradas de metro en Napoles, en colaboración con los arquitectos future systems. Proyectos en acero corten con entradas de formas curvas a un espacio subterráneo misterioso. De la colaboración e impulso del ingeniero Cecil Balmond surge la instalación Marsya para el salón de la turbina de la Tate Modern. Una estructura textil que se abre en tres conos de forma plástica. Otras obras surgen de la investigación con este tipo de formas y materiales textiles, también en entornos privilegiados como Leviatan en el Grand Palais de Paris. Son a menudo instalaciones temporales, lo que les confiere también un caracter efímero, vivo, resonante.
El trabajo con espejos cóncavos o convexos, con formas con complejidad creciente en diálogo con su entorno ha dado lugar a obras increibles, como el CloudGate en el Millennium Park de Chicago, el Sky Mirror instalado en el Rockefeller Center de Nueva York o en los Kensington gardens de Londres, la obra Turning the world upside down en el Israel Museum, o el Tall tree and the Eye en el Guggenheim de Bilbao.
Es un artista fundamental que espero poder seguir conociendo, y que espero nos siga sorprendiendo, sin caer en la repetición víctima de su propia celebricidad, como les ha ocurrido a algunos de los arquitectos más célebres que han pasado a formar parte del star system. Tengo mi propia opinión sobre un actuación en Santander idónea para Anish Kapoor, para quien quiera escuchar...
El primero es Anish Kapoor, escultor y artísta polifacético de origen indio (Bombay, 1954) afincado en Londres y con gran repercusión internacional desde los 80.
Ya desde una primera visita a Chicago al descubrir "Cloudgate", o "the bean" (la judia) como se le conoce popularmente, quede muy impresionado por este artista. La exposición en el Guggenheim Bilbao en 2010 terminó de descubrirlo para mí como un nuevo exponente del arte contemporáneo, que además le redime de muchos otros que a veces nos han alejado (al menos a mi y a otros amantes del arte) del arte más actual.
Cloudgate, en Chicago
En los inicios integra en esculturas de menor formato el color y las tradiciones heredadas de la cultura oriental, y después indaga en el concepto de vacío y su materialidad. Con el uso de la cera crea formas que se autogeneran en tiempo real frente al espectador. Ahora anda en busqueda del no-objeto y ha encontrado en el trabajo con espejos un campo de experimentación increible. Ha trabajado en formatos cada vez mayores en entornos urbanos, interviniendo en proyectos arquitectónicos, en los límites de los artístico y lo arquitectónico. Lo que hace mucho más interesante y enriquecedor el diálogo.
Algunos de los proyectos más urbanos son la serie de dos paradas de metro en Napoles, en colaboración con los arquitectos future systems. Proyectos en acero corten con entradas de formas curvas a un espacio subterráneo misterioso. De la colaboración e impulso del ingeniero Cecil Balmond surge la instalación Marsya para el salón de la turbina de la Tate Modern. Una estructura textil que se abre en tres conos de forma plástica. Otras obras surgen de la investigación con este tipo de formas y materiales textiles, también en entornos privilegiados como Leviatan en el Grand Palais de Paris. Son a menudo instalaciones temporales, lo que les confiere también un caracter efímero, vivo, resonante.
El trabajo con espejos cóncavos o convexos, con formas con complejidad creciente en diálogo con su entorno ha dado lugar a obras increibles, como el CloudGate en el Millennium Park de Chicago, el Sky Mirror instalado en el Rockefeller Center de Nueva York o en los Kensington gardens de Londres, la obra Turning the world upside down en el Israel Museum, o el Tall tree and the Eye en el Guggenheim de Bilbao.
Es un artista fundamental que espero poder seguir conociendo, y que espero nos siga sorprendiendo, sin caer en la repetición víctima de su propia celebricidad, como les ha ocurrido a algunos de los arquitectos más célebres que han pasado a formar parte del star system. Tengo mi propia opinión sobre un actuación en Santander idónea para Anish Kapoor, para quien quiera escuchar...
Capilla de Ronchamp
Para estrenar este apartado de arquitectura, nada mejor que un maestro indispensable, como es Le Corbusier (pseudonimo de Charles-Éduard Jeanneret), y su capilla de Notre Dame du Haut en Ronchamp (Francia).
Visitamos Ronchamp en una escapada desde Basilea en Suiza. El pueblo de Ronchamp es pequeño y no es fácil de encontrar sin indicaciones, por la falta de señalización, pero sin duda merece mucho la pena llegar hasta allí.
El encargo para Le Corbusier era la construcción de esta capilla en lo alto de un monte, en un lugar de peregrinaje en el que los dos santuarios preexistentes habían sido destruidos por un rayo, y por las bombas durante la Segunda Guerra Mundial, en el transcurso de menos de 30 años. Recibe el encargo en 1950 y la capilla se inaugura en 1955, después de dos años de obras.
Le Corbusier se encuentra un lugar sin restricciones a su arquitectura y dominado por el paisaje en sus cuatro horizontes. Así desarrolla una arquitectura nueva arquitectura alejada de las formas planas y ortogonales racionales y de las columnas y pilares verticales clásicos. La capilla es un voumen compacto y único formado por gruesos muros curvos e inclinados que soportan una gran lamina de hormigón curvada que forma la cubierta. Esta complejidad de formas genera impresiones cambiantes al recorrerla. Y responde al paisaje en lo que Le Corbusier parece denominar "Acustica visual". Además estas formas convierten al paisaje en una capilla al aire libre, con un altar exterior para los oficios más multitudinarios.
El interior es un espacio de quietud y contemplación. Las formas concavas y convexas y el peso de la cubierta, encierran un espacio interior en que la luz entra tamizada por las vidrieras y los tragaluces de las torres que se elevan sobre cada una de las capillas.
Una cosa que me impresiona descubrir es que el muro sur perforado por las vidrieras y con distintas superficie curvada hacia el interior y el exterior está construido no como un gran macizo, sino como una cuadricula con una serie de pantallas verticales de hormigón armado y una piel interior y exterior de hormigón gunitado de 4 cm directamente proyectado sobre una malla metálica que genera las formas curvas. No sólo un lenguaje arquitectónico totalmente nuevo, sino también distintas soluciones construtivas para hacerlo realidad. Con un resultado escultural de enorme belleza y simplicidad. La plasticidad en la que se pliegan los muros para formar las torres y las dos entradas, y la forma curva de la cubierta también construida como una doble lámina, nos hace ver que la sencillez lírica de este espacio oculta necesariamente una lógica compleja que nace en los números del Modulor, una superioridad técnica, y un uso descarnado y sensible del hormigón.
Es un placer acercarse, monte arriba hacia la capilla en un día soleado, y ver emerger la proa de este buque luminoso varado en silencio sobre colinas verdes, con un cielo azul al fondo.
Cuando nosotros visitamos Ronchamp se ultimaban las obras de unas habitaciones para las hermanas que viven en lo alto del monte, integradas en la ladera, y de un nuevo centro de visitantes y un aparcamiento oculto a la vista por una terraza mirador sobre el paisaje, obra de Renzo Piano, y que no pudimos ver acabados. Así que ya tenemos una excusa para volver.
Visitamos Ronchamp en una escapada desde Basilea en Suiza. El pueblo de Ronchamp es pequeño y no es fácil de encontrar sin indicaciones, por la falta de señalización, pero sin duda merece mucho la pena llegar hasta allí.
El encargo para Le Corbusier era la construcción de esta capilla en lo alto de un monte, en un lugar de peregrinaje en el que los dos santuarios preexistentes habían sido destruidos por un rayo, y por las bombas durante la Segunda Guerra Mundial, en el transcurso de menos de 30 años. Recibe el encargo en 1950 y la capilla se inaugura en 1955, después de dos años de obras.
Le Corbusier se encuentra un lugar sin restricciones a su arquitectura y dominado por el paisaje en sus cuatro horizontes. Así desarrolla una arquitectura nueva arquitectura alejada de las formas planas y ortogonales racionales y de las columnas y pilares verticales clásicos. La capilla es un voumen compacto y único formado por gruesos muros curvos e inclinados que soportan una gran lamina de hormigón curvada que forma la cubierta. Esta complejidad de formas genera impresiones cambiantes al recorrerla. Y responde al paisaje en lo que Le Corbusier parece denominar "Acustica visual". Además estas formas convierten al paisaje en una capilla al aire libre, con un altar exterior para los oficios más multitudinarios.
El interior es un espacio de quietud y contemplación. Las formas concavas y convexas y el peso de la cubierta, encierran un espacio interior en que la luz entra tamizada por las vidrieras y los tragaluces de las torres que se elevan sobre cada una de las capillas.
Una cosa que me impresiona descubrir es que el muro sur perforado por las vidrieras y con distintas superficie curvada hacia el interior y el exterior está construido no como un gran macizo, sino como una cuadricula con una serie de pantallas verticales de hormigón armado y una piel interior y exterior de hormigón gunitado de 4 cm directamente proyectado sobre una malla metálica que genera las formas curvas. No sólo un lenguaje arquitectónico totalmente nuevo, sino también distintas soluciones construtivas para hacerlo realidad. Con un resultado escultural de enorme belleza y simplicidad. La plasticidad en la que se pliegan los muros para formar las torres y las dos entradas, y la forma curva de la cubierta también construida como una doble lámina, nos hace ver que la sencillez lírica de este espacio oculta necesariamente una lógica compleja que nace en los números del Modulor, una superioridad técnica, y un uso descarnado y sensible del hormigón.
Es un placer acercarse, monte arriba hacia la capilla en un día soleado, y ver emerger la proa de este buque luminoso varado en silencio sobre colinas verdes, con un cielo azul al fondo.
Cuando nosotros visitamos Ronchamp se ultimaban las obras de unas habitaciones para las hermanas que viven en lo alto del monte, integradas en la ladera, y de un nuevo centro de visitantes y un aparcamiento oculto a la vista por una terraza mirador sobre el paisaje, obra de Renzo Piano, y que no pudimos ver acabados. Así que ya tenemos una excusa para volver.
Sylvie, de Gérard de Nerval
Empiezo con este comentario una serie sobre libros, y recomendaciones para leer (o para dejar de leer).
Sin más pretensiones que dar algunas pistas, sin hacer un análisis profundo de cada obra.
El primer libro es Sylvie, de Gérard de Nerval.
Para empezar con un libro que cumple 160 años (se es escribió en 1851), y que se mantiene en plena forma. Es decir, que nunca ha perdido actualidad.
Gérard de Nerval, es un autor romántico francés, y un poeta suicida de existencia atormentada que acabó sus días ahorcado en una farola de la rue Lanterne en Paris. Sus últimos años de vida fueron los más atormentados y también los más fecundos, y en ellos escribió Sylvie que se encuadra en las narraciones Les filles du feu.
Sylvie es una novela corta, de solo 73 páginas. Pero sin duda valiosa. He de reconocer que tengo predilección por lo libros cortos, y que poco a poco iran espero vayan apareciendo muchos en el blog, pero eso es otra historia.
Sylvie se desarrolla en el recuerdo, en una melancólica persecución de un objeto de amor, de una imagen, que parece tomar forma en tres mujeres en distintos momentos de la vida. Adrienne, Sylvie, Aurelie. Esta busqueda del ideal femenino, con objetos solapados que seducen al autor y le disuaden, y le transportan por los años sin ser capaz de materializarse en una amor, recuerda mucho al espíritu actual en el que la total exigencia y la busqueda de una perfección a veces superficial, nos lleva corriendo de un sitio a otro tras objetos de deseo cambiantes y sin más sentido a veces que una huida hacia adelante, y una busqueda desesperada de encontrar el sentido en el objeto deseado. Las ilusiones caen una tras otra sin dejar más que el recuerdo de un amor de juventud idealizado y no realizado, romantico, reflejado en la naturaleza, y en la persecución de un tiempo perdido, que a pesar de todo, nunca ha de volver.
Espero no asustar a nadie con estas reflexiones. Es un libro fácil de leer, y que con seguridad merece una segunda lectura, para cualquiera que no le disuada el espíritu romántico, tradicional y campestre francés (El subtitulo del libro es Recuerdos del Valois). Además es un libro que deja poso. Y yo no soy nadie para decirlo, pero sí Umberto Eco y Marcel Proust cuya lectura les causó una profunda impresión.
Sin más pretensiones que dar algunas pistas, sin hacer un análisis profundo de cada obra.
El primer libro es Sylvie, de Gérard de Nerval.
Para empezar con un libro que cumple 160 años (se es escribió en 1851), y que se mantiene en plena forma. Es decir, que nunca ha perdido actualidad.
Gérard de Nerval, es un autor romántico francés, y un poeta suicida de existencia atormentada que acabó sus días ahorcado en una farola de la rue Lanterne en Paris. Sus últimos años de vida fueron los más atormentados y también los más fecundos, y en ellos escribió Sylvie que se encuadra en las narraciones Les filles du feu.
Sylvie es una novela corta, de solo 73 páginas. Pero sin duda valiosa. He de reconocer que tengo predilección por lo libros cortos, y que poco a poco iran espero vayan apareciendo muchos en el blog, pero eso es otra historia.
Sylvie se desarrolla en el recuerdo, en una melancólica persecución de un objeto de amor, de una imagen, que parece tomar forma en tres mujeres en distintos momentos de la vida. Adrienne, Sylvie, Aurelie. Esta busqueda del ideal femenino, con objetos solapados que seducen al autor y le disuaden, y le transportan por los años sin ser capaz de materializarse en una amor, recuerda mucho al espíritu actual en el que la total exigencia y la busqueda de una perfección a veces superficial, nos lleva corriendo de un sitio a otro tras objetos de deseo cambiantes y sin más sentido a veces que una huida hacia adelante, y una busqueda desesperada de encontrar el sentido en el objeto deseado. Las ilusiones caen una tras otra sin dejar más que el recuerdo de un amor de juventud idealizado y no realizado, romantico, reflejado en la naturaleza, y en la persecución de un tiempo perdido, que a pesar de todo, nunca ha de volver.
Espero no asustar a nadie con estas reflexiones. Es un libro fácil de leer, y que con seguridad merece una segunda lectura, para cualquiera que no le disuada el espíritu romántico, tradicional y campestre francés (El subtitulo del libro es Recuerdos del Valois). Además es un libro que deja poso. Y yo no soy nadie para decirlo, pero sí Umberto Eco y Marcel Proust cuya lectura les causó una profunda impresión.
viernes, 7 de octubre de 2011
Salginatobel Brücke
No hay mejor forma de estrenar una colección de puentes que ésta. A todos los que no tengan el placer, tengo el gusto de presentarles el puente Salginatobel en Schiers, Suiza. Es quizás el puente más conocido de Robert Maillart, gran ingeniero suizo de la primera mitad del siglo XX, y maestro precursor del hormigón armado.
Tuvimos la suerte de visitarlo en un día soleado de principios de Septiembre. Llegando hasta él por una estrecha y sinuosa carretera de montaña no lejos de Chur en los Alpes suizos. El puente es muy estrecho también , sólo 3.5 m, lo que hace difícil que puedan llegar cruzarse en él dos coches. Cosa imposible casi en toda la carretera...
El puente cruza sobre el arroyo Salgina a una altura de 90 m, lo que unido al impresionante paisaje de bosques y montañas, lo hace totalmente dramático y espectacular. El vano principal es un puente arco triarticulado de 90 m de luz apoyado en rotulas de hormigón. El arco forma un cajón cerrado con la losa del tablero y los muros laterales en tímpano. Reduce al mínimo el material utilizado al eliminarlo donde no es necesario, consiguiendo una silueta aporticada totalmente reconocible que le convierte, según el acuerdo de los expertos, en el puente más bello del siglo XX.
Sin embargo, lo realmente impresionante es que Maillart con su exquisita sensibilidad, y su diseño para el puente Salgina, son escogidos para el encargo por razones exclusivamente económicas, al ser la solución más barata de las 19 presentadas. Lo que consigue al reducir al mínimo el material utilizado. Valga como ejemplo la losa de sólo 20 cm de canto y 3.80 m de ancho que forma el arco en la clave y rótula central, permitiendo ahorrar gran cantidad de hormigón, muy costoso en la época. Lo más increible es que todo esto se construyo allá en 1930, en un lugar de dificil acceso y con medios limitados. La impresionante cimbra de madera de Richard Coray fue montada por sólo seis trabajadores en 1929 y el hormigonado del puente se realizó en tres meses, mezclando a mano los componentes de hormigón. La delicada operación del hormigonado de la losa del arco se realizó durante 40 horas ininterrumpidas.
Es impresionante ver las tres rotulas del arco, especialmente la rotula en clave que se hace evidente incluso desde el interior del puente con la interrupción de los parapetos de hormigón.
Sin saber nada de todo esto el puente es de una belleza increible, pero imaginarse todos estos detalles y dificultades hacen valorarlo aún más, como una tremenda proeza técnica, en una lejana carretera perdida de montaña sin apenas tráfico, a la que sin duda merece la pena dejarse arrastrar. Para luego perderse por algún camino entre los bosques de estas hermosas montañas...
Tuvimos la suerte de visitarlo en un día soleado de principios de Septiembre. Llegando hasta él por una estrecha y sinuosa carretera de montaña no lejos de Chur en los Alpes suizos. El puente es muy estrecho también , sólo 3.5 m, lo que hace difícil que puedan llegar cruzarse en él dos coches. Cosa imposible casi en toda la carretera...
El puente cruza sobre el arroyo Salgina a una altura de 90 m, lo que unido al impresionante paisaje de bosques y montañas, lo hace totalmente dramático y espectacular. El vano principal es un puente arco triarticulado de 90 m de luz apoyado en rotulas de hormigón. El arco forma un cajón cerrado con la losa del tablero y los muros laterales en tímpano. Reduce al mínimo el material utilizado al eliminarlo donde no es necesario, consiguiendo una silueta aporticada totalmente reconocible que le convierte, según el acuerdo de los expertos, en el puente más bello del siglo XX.
Sin embargo, lo realmente impresionante es que Maillart con su exquisita sensibilidad, y su diseño para el puente Salgina, son escogidos para el encargo por razones exclusivamente económicas, al ser la solución más barata de las 19 presentadas. Lo que consigue al reducir al mínimo el material utilizado. Valga como ejemplo la losa de sólo 20 cm de canto y 3.80 m de ancho que forma el arco en la clave y rótula central, permitiendo ahorrar gran cantidad de hormigón, muy costoso en la época. Lo más increible es que todo esto se construyo allá en 1930, en un lugar de dificil acceso y con medios limitados. La impresionante cimbra de madera de Richard Coray fue montada por sólo seis trabajadores en 1929 y el hormigonado del puente se realizó en tres meses, mezclando a mano los componentes de hormigón. La delicada operación del hormigonado de la losa del arco se realizó durante 40 horas ininterrumpidas.
Es impresionante ver las tres rotulas del arco, especialmente la rotula en clave que se hace evidente incluso desde el interior del puente con la interrupción de los parapetos de hormigón.
Sin saber nada de todo esto el puente es de una belleza increible, pero imaginarse todos estos detalles y dificultades hacen valorarlo aún más, como una tremenda proeza técnica, en una lejana carretera perdida de montaña sin apenas tráfico, a la que sin duda merece la pena dejarse arrastrar. Para luego perderse por algún camino entre los bosques de estas hermosas montañas...
domingo, 22 de mayo de 2011
SANTANDER GRAFITTI
I
Puedo escribir sobre tu espalda tatuada.
Dejar que las palabras se posen como sábanas frías
sobre la piel perforada,
sobre la piel perforada,
y ver cómo se estremecen las luces,
del otro lado de las ventanas.
del otro lado de las ventanas.
II
Mientras la ciudad se aleja de calles desiertas
a bordo de su placida bahía a la deriva,
superpongo a tu cuerpo de puñaladas de lluvia
otro de palabras heridas
sobre la piedra.
sobre la piedra.
III
Escribo y escribo sobre el silencio
de tu espalda cansada.
Pero tú siempre eres la palabra
que callan los labios que no beso,
la persiana ciega en tus fachadas.
la persiana ciega en tus fachadas.
IV
El tiempo
ha dibujado en las paredes
la silueta de un hombre
que atropellara un recuerdo.
Hoy el plano de mi ciudad es
solo una llamada ahogada desde el puerto.
Una pintada borrada por el viento.
V
Una pintada borrada por el viento.
V
Sumergido en las calles
ignorado crepita un carguero en llamas.
Lienzo de piedra que estalla
como una revolución violenta, en esta palabra tierna
que el viento sur arranca a la arena.
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