No hay mejor forma de estrenar una colección de puentes que ésta. A todos los que no tengan el placer, tengo el gusto de presentarles el puente Salginatobel en Schiers, Suiza. Es quizás el puente más conocido de Robert Maillart, gran ingeniero suizo de la primera mitad del siglo XX, y maestro precursor del hormigón armado.
Tuvimos la suerte de visitarlo en un día soleado de principios de Septiembre. Llegando hasta él por una estrecha y sinuosa carretera de montaña no lejos de Chur en los Alpes suizos. El puente es muy estrecho también , sólo 3.5 m, lo que hace difícil que puedan llegar cruzarse en él dos coches. Cosa imposible casi en toda la carretera...
El puente cruza sobre el arroyo Salgina a una altura de 90 m, lo que unido al impresionante paisaje de bosques y montañas, lo hace totalmente dramático y espectacular. El vano principal es un puente arco triarticulado de 90 m de luz apoyado en rotulas de hormigón. El arco forma un cajón cerrado con la losa del tablero y los muros laterales en tímpano. Reduce al mínimo el material utilizado al eliminarlo donde no es necesario, consiguiendo una silueta aporticada totalmente reconocible que le convierte, según el acuerdo de los expertos, en el puente más bello del siglo XX.
Sin embargo, lo realmente impresionante es que Maillart con su exquisita sensibilidad, y su diseño para el puente Salgina, son escogidos para el encargo por razones exclusivamente económicas, al ser la solución más barata de las 19 presentadas. Lo que consigue al reducir al mínimo el material utilizado. Valga como ejemplo la losa de sólo 20 cm de canto y 3.80 m de ancho que forma el arco en la clave y rótula central, permitiendo ahorrar gran cantidad de hormigón, muy costoso en la época. Lo más increible es que todo esto se construyo allá en 1930, en un lugar de dificil acceso y con medios limitados. La impresionante cimbra de madera de Richard Coray fue montada por sólo seis trabajadores en 1929 y el hormigonado del puente se realizó en tres meses, mezclando a mano los componentes de hormigón. La delicada operación del hormigonado de la losa del arco se realizó durante 40 horas ininterrumpidas.
Es impresionante ver las tres rotulas del arco, especialmente la rotula en clave que se hace evidente incluso desde el interior del puente con la interrupción de los parapetos de hormigón.
Sin saber nada de todo esto el puente es de una belleza increible, pero imaginarse todos estos detalles y dificultades hacen valorarlo aún más, como una tremenda proeza técnica, en una lejana carretera perdida de montaña sin apenas tráfico, a la que sin duda merece la pena dejarse arrastrar. Para luego perderse por algún camino entre los bosques de estas hermosas montañas...
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