Para estrenar este apartado de arquitectura, nada mejor que un maestro indispensable, como es Le Corbusier (pseudonimo de Charles-Éduard Jeanneret), y su capilla de Notre Dame du Haut en Ronchamp (Francia).
Visitamos Ronchamp en una escapada desde Basilea en Suiza. El pueblo de Ronchamp es pequeño y no es fácil de encontrar sin indicaciones, por la falta de señalización, pero sin duda merece mucho la pena llegar hasta allí.
El encargo para Le Corbusier era la construcción de esta capilla en lo alto de un monte, en un lugar de peregrinaje en el que los dos santuarios preexistentes habían sido destruidos por un rayo, y por las bombas durante la Segunda Guerra Mundial, en el transcurso de menos de 30 años. Recibe el encargo en 1950 y la capilla se inaugura en 1955, después de dos años de obras.
Le Corbusier se encuentra un lugar sin restricciones a su arquitectura y dominado por el paisaje en sus cuatro horizontes. Así desarrolla una arquitectura nueva arquitectura alejada de las formas planas y ortogonales racionales y de las columnas y pilares verticales clásicos. La capilla es un voumen compacto y único formado por gruesos muros curvos e inclinados que soportan una gran lamina de hormigón curvada que forma la cubierta. Esta complejidad de formas genera impresiones cambiantes al recorrerla. Y responde al paisaje en lo que Le Corbusier parece denominar "Acustica visual". Además estas formas convierten al paisaje en una capilla al aire libre, con un altar exterior para los oficios más multitudinarios.
El interior es un espacio de quietud y contemplación. Las formas concavas y convexas y el peso de la cubierta, encierran un espacio interior en que la luz entra tamizada por las vidrieras y los tragaluces de las torres que se elevan sobre cada una de las capillas.
Una cosa que me impresiona descubrir es que el muro sur perforado por las vidrieras y con distintas superficie curvada hacia el interior y el exterior está construido no como un gran macizo, sino como una cuadricula con una serie de pantallas verticales de hormigón armado y una piel interior y exterior de hormigón gunitado de 4 cm directamente proyectado sobre una malla metálica que genera las formas curvas. No sólo un lenguaje arquitectónico totalmente nuevo, sino también distintas soluciones construtivas para hacerlo realidad. Con un resultado escultural de enorme belleza y simplicidad. La plasticidad en la que se pliegan los muros para formar las torres y las dos entradas, y la forma curva de la cubierta también construida como una doble lámina, nos hace ver que la sencillez lírica de este espacio oculta necesariamente una lógica compleja que nace en los números del Modulor, una superioridad técnica, y un uso descarnado y sensible del hormigón.
Es un placer acercarse, monte arriba hacia la capilla en un día soleado, y ver emerger la proa de este buque luminoso varado en silencio sobre colinas verdes, con un cielo azul al fondo.
Cuando nosotros visitamos Ronchamp se ultimaban las obras de unas habitaciones para las hermanas que viven en lo alto del monte, integradas en la ladera, y de un nuevo centro de visitantes y un aparcamiento oculto a la vista por una terraza mirador sobre el paisaje, obra de Renzo Piano, y que no pudimos ver acabados. Así que ya tenemos una excusa para volver.
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