El violín negro es otra lectura breve recomendable para agendas ocupadas y horarios ajetreados que apenas dejen unas horas para disfrutar de un buen libro.
Maxence Fermine es un escritor francés relativamente joven (nació en el 68), que se dio a conocer con Nieve en en 1999 (traducido al español en 2001).
Sus libros poseen un estilo delicado y minimalista y se ambientan en escenarios históricos de epocas o lugares remotos que colaboran a una atmosfera mágica e irreal.
En Nieve, la prosa breve y lírica estaba totalmente conectada con la poética sútil del haiku japonés, acercándonos a su ambientación y oriental y convertiendola en una auténtica novela zen.
Si bien creo que por esta razón Nieve me gustó más, el Violín Negro es también totalmente recomendable.
En este caso la acción transcurre en torno a la música entre francia e Italia, en concreto Venecia, a finales del siglo XVIII. Los protagonistas son un violinista y compositor (Johannes Karelsky), niño prodigio venido a menos persiguiendo su gran opera como la composición de una vida, y un misterioso luthier (Erasmus), heredero de los secretos de Stradivarius. Una noche Erasmus no puede evitar revelarle la historia que hay detrás del misterioso violín negro, una historia de amor trágica y fascinante.
La historia es sin duda evocadora y recrea sensaciones musicales y artísticas con belleza en la atmosfera mágica de la noche Veneciana, alertando del peligro que se esconde tras la inalcanzable busqueda de lo sublime en el Arte, tan inalcanzable a veces como la perfección de un amor idealizado.
La crítica quizás sea la inverosimilitud de unos personajes alejados de la realidad como consecuencia del formato de cuento escogido, y la falta de profundidad de un relato que se queda algo corto, aunque en realidad resulta más interesante por lo que calla, y nos deja adivinar, que por las líneas escritas en el texto.
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